Las estadísticas muestran que en 20% de la consulta pediátrica de primer contacto se reporta algún síntoma gastrointestinal. De estos, las enfermedades diarreicas constituyen la principal causa de morbilidad y mortalidad en niños menores de cinco años. En 2020 se informó que las enfermedades diarreicas representaron la quinta causa de mortalidad en niños y niñas de dos meses a cuatro años y la novena causa en niños de cinco a 10 años de edad. Las principales causas de este problema son los agentes infecciosos: virus, bacterias, parásitos; así como toxinas (hongos en los alimentos mal conservados) y ciertos productos químicos. Se calcula que uno de cada 10 niños presenta esta afección. Otros problemas lo constituyen el vómito del desarrollo (conocido como reflujo), cólico del lactante, dolor abdominal, estreñimiento funcional y problemas de intolerancias alimentarias.
El examen físico es básico, además de otras pruebas que nos dan información indirecta, como el frotis de moco fecal, el cual reporta la presencia de células y nos permite diferenciar los problemas de índole inflamatorio. Otras técnicas rápidas son la tinción de Gram, las técnicas basadas en la reacción antígeno-anticuerpo (como la inmunofluorescencia directa, los enzimoinmunoanálisis [EIA] tipo ELISA, los de membrana o flujo lateral, los inmunocromatográficos [ICT] y/o las técnicas de aglutinación en latex) y las técnicas rápidas moleculares, como la PCR (rT-PCR o qPCR o PCR multiplex). Todas estas técnicas nos permiten diagnosticar padecimientos causados por Entamoeba histolitica, Giardia lamblia, Cryptosporidium spp., cestodos, nematodos, trematodos, rotavirus, astrovirus, adenovirus, norovirus, sapovirus, Clostridium spp., Escherichia coli, Campylobacter spp., Shigella spp., Staphylococcus aureus, Bacillus cereus y Helicobacter pylori.
Las
ENFERMEDADES
DIARREICAS
constituyen la
PRINCIPAL CAUSA DE
MORBILIDAD
Y MORTALIDAD
en niños menores
de cinco años
La mayoría de los problemas gastrointestinales en pediatría pueden ser diagnosticados y manejados por el médico de primer contacto, siempre y cuando no pongan en riesgo el crecimiento, desarrollo y función del sistema digestivo del menor. La principal función del pediatra o el médico de primer contacto que atiende niños es vigilar su alimentación, crecimiento y desarrollo; cuando exista alguna desviación de esta normalidad, debe apoyarse en la opinión de un especialista. Por lo tanto, los problemas que deben enviarse al experto son: vómitos frecuentes o de repetición, síndrome de rumiación, cólicos del lactante, dolor abdominal crónico, estreñimiento en cualquiera de sus formas, dispepsia, agruras, cuadros diarreicos frecuentes, sangrado de tubo digestivo (ya sea alto o bajo), distensión abdominal, intolerancias alimentarias, alergia a la proteína de la leche de vaca, enfermedad celíaca, síndrome de intestino irritable, fisuras anales, problemas a la deglución, trastornos de la alimentación, inflamación del hígado, red venosa superficial abdominal visible, migraña abdominal, incontinencia fecal, formas diversas de hepatitis, inflamación del páncreas, deficiencia de alfa-1 antitripsina, enfermedad quística del páncreas, infección por Helicobacter pylori e inmunodeficiencias primarias.
En la mayoría de los casos de niños con infección por COVID-19 se trata de un problema asintomático, o bien, con síntomas leves; sin embargo, pueden presentarse formas graves de enfermedad, tanto respiratorias y neurológicas como digestivas, y pueden haber diversas variedades de procesos inflamatorios, desde el leve hasta la falla orgánica múltiple. Es impredecible saber qué variedad de enfermedad va a sufrir el organismo; no obstante, hay que descartar —y más en estos tiempos— la presencia de un proceso viral secundario a coronavirus, al existir algunos datos clínicos de sospecha, para ofrecer el tratamiento adecuado de acuerdo con la variedad de infección.
En cualquiera de los casos, son las medidas preventivas las que se seguirán impulsando tanto para la prevención, como en los estadios de enfermedad, ya que constituye el pilar donde descansarán las medidas de apoyo, entre ellas: una buena alimentación (completa, equilibrada, variada, adecuada a su edad y bajo condiciones fisiológicas) que incluya la ingesta apropiada de vitaminas C y D, minerales (como hierro y zinc), ácidos grasos (como el alfa omega 3 y 6), adecuada ingesta de proteínas e hidratos de carbono, y mantener un conveniente peso de acuerdo con la edad y la estatura, sin olvidar la ingesta de líquidos, especialmente cuando se presente diarrea. Finalmente, y no menos importante, es el lavado de manos frecuente con agua y jabón, de acuerdo con lo recomendado por las normas publicadas por la OMS, para eliminar suciedad, bacterias y virus de las manos. Cuando se pueda, también se sugiere emplear repetidamente el gel hidroalcohólico para la desinfección de las manos y mantener una adecuada distancia física de dos metros con otras personas, para evitar el contagio.
Este artículo debe citarse como: Calva-Rodríguez RG. Situación actual de las enfermedades gastrointestinales en la población pediátrica. Medicus 2021;2(11):792-4.